El aluminio es un metal muy ligero, de símbolo Al, número atómico 13, con
un peso específico de 2,7 (g/cm3),
que es un tercio de la del acero y fue descubierto por Hans Christian Oersted
en 1825. El aluminio es puro y blando y
tiene poca resistencia mecánica. La resistencia del metal puede ser ajustado
mediante la adición de pequeñas cantidades de otros metales (aleaciones).
El
aluminio es estable al aire y resistente a la corrosión por el agua de mar, a
muchas soluciones acuosas y otros agentes químicos. Esto se debe a la
protección del metal por una capa impenetrable de óxido. Los diferentes tipos
de tratamientos superficiales pueden mejorar aun más esta propiedad. A una
pureza superior al 99.95%, resiste el ataque de la mayor parte de los ácidos,
pero se disuelve en agua regia. Su capa de óxido se disuelve en soluciones
alcalinas y la corrosión es rápida.
El aluminio es también un buen conductor de calor y
electricidad, y en relación a su peso, es casi dos veces más liviano que un
conductor de cobre de propiedades similares. El aluminio puede reflejar tanto
el calor como la luz y junto con su bajo peso, hace que sea un material ideal
para ser utilizado en reflectores, como por ejemplo, aparatos de iluminación.
El aluminio es dúctil y tiene un bajo punto de fusión y densidad.
Fluye fácilmente en estado fundido y por lo tanto se puede procesar en un gran
número de formas. El aluminio utilizado en los edificios, construcciones y
equipos de transporte no es inflamable. Sólo se quema en forma de polvo fino o
como una película muy delgada. El aluminio se derrite cuando las temperaturas
exceden 660 ˚ C - sin liberar gases.
Los perfiles de aluminio se utilizan prácticamente en
todas las industrias, productos y entornos. Si realizamos un recorrido por la
vida diaria, encontraremos algunos ejemplos interesantes: obra y construcción,
transporte, ingeniería, energía solar, electrónicos, muebles de aluminio, climatización,
litografía de aluminio, aluminio en embalajes, entre muchas otras aplicaciones.